dimecres, 25 de setembre del 2013

CRASH PANIC!: Capitalistas, politicuchos y picapleitos en el mundo de los videojuegos. Ep. 1: La protohistoria

Para conmemorar los seis meses de inactividad de este blog, he decidido empezar una sección que me va a permitir aligerar un poco el tema de la historia estricta de los videojuegos y poder escribir con más libertad de lo que se esconde detrás del mundillo: básicamente montones de operaciones y crisis comerciales, marketing y muchos pleitos por uno u otro motivo.

Para introduciros en el tema, nada mejor que empezar por la base más absoluta: viajamos ni más ni menos que a 1777, en la Francia pre-Revolucionaria, concretamente al Château du Bagatelle, en pleno Bois de Boulogne parisino.


Uhm... Un castillo que val  mil pesetas y es una mierda...
No preguntéis, recuerdos de infancia.

El constructor y propietario de la finca, el Conde de Artois, Carlos Felipe, uno de los hermanos menores del Rey Luis XVI (y fiel adversario político, dicho sea de paso. En el manga La rosa de Versalles es uno de los malosos y se lo mete de rasquillón en una conspiración, pero es una licencia del guion: le puso palos en las ruedas a su baboso hermano, pero nunca intentó deponerlo), que reinaría bajo el nombre de Carlos X tras la restauración borbónica y que como su hermano sería depuesto, aunque no ejecutado). Buenos, dejém onos de lecciones de Historia (oh, wait...) y volvamos al quid de la cuestión.

Decía que estábamos en el castillo de Bagatelle, en París, donde el Conde de Artois celebraba una fiesta en honor a su hermano y presentó en sociedad un nuevo juego: una tabla de billar inclinada con obstáculos y agujeritos por los que meter las bolas (nueve por jugador). Cada agujero tenía una puntuación distinta. ¿Os suena? Claro, es el antepasado del pinball, el pachinko e incluso del mini-golf. El mismo Carlos lo bautizó con el nombre de castillo, que provenía de la palabara italiana "bagatella", que aún usamos hoy día con el mismo significado de "cosa insignificante, sencilla".

Un bagatelle sin los obstáculos puestos. Según he visto en fotos de partidas
de aficionados actuales, eran básicamente dos topes de madera, o un camino que se estrechaba. Los túneles
con puntos fueron una invención inglesa.



El juego se extendió como la pólvora, logrando popularidad en las tabernas y los hogares de clase alta de Francia e Inglaterra. Las tropas francesas lo trajeron a la Guerra de Indepadencia de EE.UU., donde sus aliados yanquis también lo adoptaron como entretenimiento (en un chiste gráfico de la Guerra de Secesión, Lincoln aparecia jugando a este juego). En Italia, donde este bagatelle primerizo aún goza de una especial popularidad., llegó con las guerras napoleónicas. Os podéis hacer una idea de cómo funcionaba, en su variante inglesa, en este sitio web.

Con el tiempo, y especialmente en EE.UU., el juego fue evolucionando: se hicieron versiones con más obstáculos, versiones domésticas para las clases populares, se incorporaron - ver el anterior pie de foto - una serie de huecos en la parte inferior por donde también se puntuaba, lo que hizo que mucha gente cambiara el nombre del juego de "bagatelle" a "pinball"... Paremos aquí.

Esto es una reconstrucción moderna de un bagatelle doméstico americano con su principal innovación: el muelle que sustituyó al taco de billar como sistema para proyectar la bola (sacto, el mismo muelle que usamos en los pinballs y que tantas veces nos jode la partida) lo que hacía que el bagatelle pasara a ser menos un juego de habilidad y más uno de puro azar (a los puristas no les gusta este tipo de bagatelle y juegan al estilo antiguo). Echadle una ojeada (FUENTE):



O mirad esta galería. ¿Qué véis? Sí, son como esos juegos de bolsillo que nos compraban nuestros abuelos en el Todo a 100 o en la papelería del barrio.

En 1931, David Gottlieb, un feriante muy listo, había creado una variante del bagatelle/pinball llamado Baffle Ball. Aquí lo tenéis en acción:


Enseguida tuvo un éxito enorme. Se llegaron a vender 400 unidades al día, y surgieron dos exitosos imitadores: el Ballyhoo, creado por Dave Rockola y que dio origen a la compañía Bally, y el sofisticado Contact de Harry Williams, una pinball eléctrico cuyos agujeros para puntuar repelían la bola (antepasado de los petacos) con un sonido de campana...

A la Gottlieb no le preocupaban especialmente los avances de Bally y Williams (éstas son aún hoy día las tres "majors" del pinball). Todo debía evolucionar. Pero Dave Gottlieb preveía y temía que estos adelantos se materializaran en oportunidades para los sinvergüenzas el sector del juego organizado. Y así fue: nacieron los pay-outs, un pinball que daba premios. En unos EE.UU. que acababan de salir de la Prohibición, eso era una tentación para políticos deseosos de cortar cabezas de turco, ya que tras los pay-outs veían asomar las feas cabezas del crimen organizado (lo que no dejaba de ser cierto en bastantes casos)...

Y entonces pasó: juntando churras con merinas, las Cámaras legislativas de diversos Estados prohibieron los pay-outs... Junto a toda clase de pinballs, y a la cabeza de este movimiento anti maquinitas estaba el inefable Fiorello LaGuardia, el alcalde de Nueva York que da nombre al famoso aeropuerto sito en la ciudad de los rascacielos. Un luchador nato contra el crimen organizado y todo un showman, LaGuardia llevaba luchando contra el pinball 6 años cuando le concedieron su petición y montó una conferencia de prensa: ante las cámaras de los noticiarios  se cargó con sus propias manos varias máquinas de pinball confiscadas en el Bronx a mazazo limpio y después mandó tirarlas al Atlántico. Al estallar la II G.M, las hizo fundir para destinarlas a la fabricación de armas. En total se destinaron más de 3000 máquinas de jugar con una pelotita a matar boches y charlies. Casi nada

Sin embargo, vista en perspectiva, la decisión de LaGuardia (cuya ley anti-pinball en NY duró hasta principios de los 70) fue buena para la Industria. En los Estados donde el juego del  pinball era legal se siguió fabricando como si nada, y en la cruzada de Gottlieb por hacer del pinball un entretenimiento respetable, en 1947 uno de sus ingenieros, Harry Mabs, creó los flippers  -3 por lado - perfeccionados en unos meses por Steven Kordek, que creó el flipper actual - dos en el centro - para el exitoso Triple Action, primer pinball moderno.



Excepto en la Gran Manzana, la invención del flipper (y, unos pocos años después, el de la bola extra para partidas gratis) apaciguó el furor de los políticos, que decidieron relajar o derogar esas leyes, que estuvieron en vigor en su mayoría la friolera de 15 o 20 añazos.

He aquí la historia de cómo una ley polémica e injusta acabó creando el pinball moderno. Fue la primera de muchas trabas legales que marcarían la historia del videojuego arcade y doméstico, y la que inició la caza a lo políticamente incorrecto. Es por ello que a pesar de no tratar de videojuegos, creo que vale la pena incluir estos datos aquí.


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